POEMA VIENTOS ATARDECER
Vientos del oeste
siembran de jirones blancos,
el gastado azul del atardecer;
mientras el dulce teñir de las campanas
hiere de melancolía
los últimos resplandores
de una luz que se va.
Las procesiones pasan,
dejando un aroma
de claveles cortados
y cera derretida,
pegado en la piel.
Silencio
--por Dios--
Silencio.
Callad tambores de niebla
que le quiero oír.
En la cárcel de un vientre
canta un jilgüerillo
que quiere salir.
De las sombras viene,
a las sombras va;
nadie en su camino la acompaña.
......................
Ay Virgen de la Aurora, Concha, y Estrella,
mis Vírgenes Albaicineras lloran su llanto,
pero e lo más alto, Santa María de la Alhambra,
escucha ese llanto, ella en su carita,
lleva la amargura, de su hijo en brazos,
ay Cristo de la agonía
maldita sea la herencia
de cruces, dolor y espinas
que recibieras tal castigo,
sin tu tener culpa ninguna,
en ese umbral de tu vida,
diste la tuya por salvar las nuestras,
y nosotros te devolvemos,
con el cariño, que hay en nuestras almas,
en algunas ninguna.
Por las venas de su vida,
por las venas del aire,
pájaros agoreros preludian
el crepúsculo de un llanto.
Cuando un súbito fragor
de galaxias encendidas
despierten el crisol del tiempo
sobre el cuerpo de espinas;
un hombre más llevará
la muerte por compañera
--como un sueño fugitivo
del "jardinero de estrellas"--
y yo estaré esperando,
con los restos de mi naufragio en pie,
estremecida el alma de escalofríos;
y sediento de risueñas primaveras
el terrible muñón de mi vació.
Fuiste hombre
de una muerte dañina,
hoy ha quedado el recuerdo,
de tu pasión, por tu amor nos
diste tu vida.
sábado, 11 de abril de 2009
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