lunes, 30 de marzo de 2009

BALCONES GRANADINOS DEL ALBAYCIN


GRANADA AL FONDO SIERRA NEVADA


GRANADA, JARDIN, Y JUNGLA

Niebla ingrávida y viajera

en el mágico escenario del paisaje,

y oscuras cintas de asfalto

que van a ninguna parte.

Frescor salvaje del agua

en las fuentes cantarinas,

mezcolanza de culturas

latiendo en la piedra viva.

Cimas nevadas

en el azul de las sierras,

y olivares polvorientos

amarrados en la tierra.

Balcones abiertos

de jazmín y azahar,

patios sombríos

en ardiente soledad.

Horizontes infinitos

entre la bruma,

y olas que pintan la arena

de sal y espuma.

Granada: jardín y jungla

de embriagadores contrastes.

Granada: ciudad de ensueño

¿ por qué muero al recordarte ?

Granada - Introducción

CIUDAD DE GRANADA EN ESTE VIDEO PODEIS CONTEMPLAR LA MARAVILLA DE ESTA TIERRA, HAY HACE UN RECORRIDO POR LA ALHAMBRA Y EL CENTRO DE GRANADA.

PATIO DE LOS ARRAYANES, JARDINES ENCANTADO.


JADINES ENCANTADOS

Como si de un jardín

encantado fuese

Generalife, arrecife de sultanes.

Bellos jardines,

y fuentes

de colores,

huele a azahar

a flores silvestres,

el sonido de su agua,

me cautiva en el soñar

de repiques de canciones,

bello jardín encantado,

amor, silencio,

a cada paso, y una belleza,

que me hace sentir,

lo que siento,

un profundo deleite,

admirar, tu belleza me cautivas,

tan linda y bella,

eres tu para mi mi tierra Granada.

domingo, 29 de marzo de 2009

FOTO DE LA TORRE DE LA VELA DE GRANADA


ATARDECER EN GRANADA

LA TORRE DE LA VELA SU HISTORIA

SURTIDORES DE LA ALHAMBRA

Granada Mora y Cristiana

donde se alza el sacromonte

y la Alhambra, surtidores de agua

clara y fresca,

tranquilas son tus mañanas,

paseando por tu Alcazaba.

Darro, por la carrera bajando

plaza nueva, un rió va llorando,

pues su oro,

un día se lo robaron.

Triste Darro,

pues su aguas se han secado,

tocan las campanas de la Torre de la Vela,

Iglesia de Santa Ana,

encima de ella se alza, la alhambra,

¿ Hay mi rió Darro eres tan hermoso,

que a pesar de no llevar oro ya,

eres el mejor soñado ?.

Tanto esplendor

de tanto jardín soñado,

de colores de contemplar,

desde el Mirador de San Nicolás,

tus puestas de sol mi Granada bella,

abanico de colores, son tus puestas,

y la Sierra se pone un manto

blanco , para verte a ti princesa,

pasear por tus lindas calles me reconforta,

me relaja, y me emociona,

porque te llevo muy dentro mi

linda tierra,

Granada cantada tierra soñada

por los que te ve,

y los que aun quedan por verte,

bella linda hermosa y reina,

mi hermosa azucena.


PLAZA

Plaza nueva, llena de belleza,

sus gentes, sus aires

fresquitos, que bajan

de Santa Ana, para

encontrarse, con sus fuentes

sus jardines, y sus flores.

Que bonita mi Granada,

contemplarte, en una mañana.

Mi Albayzin de mis entrañas,

cuanto me gusta,

pasear por tus calles,

por tus barrios famosos,

y sentir el caño del agua,

calle de Elvira, estrechita,

llena de encanto,

de belleza, de salero,

baila la reja,

al contemplar su moviemiento,

pues todo en Granada, es bonito,

tiene salero.

Calle de la caldeleria, empedrados

tipico de la ciudad de granada.

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GRANADA LA TORRE DE LA VELA
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Hay ua frase ya famosa, en la entrada de la Torre de la Vela, allí dice que si tocas la campana es las persona que no estén casadas encuentran pareja, es una de las torres de la alhambra y se encuentra allí situada, desde la cual se puede divisar toda Granada, con su esplendo sus atardecer, al albaycin las cuevas de sacromente, visitar este lugar tiene su encanto.
Granada es única, cuanto se ha cantado a Granada, su leyenda hay ha quedado en la Historia, hay un árbol único en Granada regalo de Carlos v, llamado el árbol del amor, es único en el mundo y se encuentra situado debajo justamente de la Torre de la Vela, es único en su especie.

TORRE DE LA VELA
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Campanas campan ita

de la Torre de la Vela,

tocar a mi amor,

que en Plaza Nueva , me espera.

Y su tolón tolón,

me recuerda a los

tíos vivos de la feria,

desde lo alto se contempla,

con esplendor la ciudad

de Granada, la alhambra,

con toda su belleza,

hay un duende en mi

Torre de la Vela,

que sale por las noches

acariciar la alhambra,

y besa los montes de sacromonte,

y los de la sierra.


Granada morita encantadora,

que bailas en las zambras de

Granada.

Una guitarra suena, los palillo

y las palmas,

es mi Granada gitana.


GRANADA MAÑANERA

Hay mi Granada

adormecida.

Mañanas fresquitas

tardes de aire caliente,

mis recuerdos

en ti van y te los llevas,

se estremecen al ver tu

linda cara,

tu puesta de sol,

reluciente, color rojo intenso,

permanente,

de ti se enamoran

el rico y el pobre,

sin rasgos ni continentes,

porque solo tu eres mi Granada,

bella ante mil,

mi rió Genil, mi Darro,

rió dorado, en un tiempo,

oro salio de tu afluentes,

mi alhambra, castillo de reyes moros,

de tristezas, vertidas,

el rió se lleva las lágrimas,

y las convierte en sonrisas,

pues verte tan bella mi tierra,

enorgullece y alegra.

Granada hay va parte de la historia de la Torre de la Vela.




¡perfecto!
Darle limosna mujer, que no hay en la vida nada como la pena de ser ciego en Gran
Esta es una frase que no puedo evitar pensar cuando me viene a la mente es el mirador, que tiene unas de las mejores vistas (junto con el mirador de San Cristóbal) de la Alhambra, Sierra Nevada y en general de Granada y la vega granadina.El mirador se ubica en el Albaicín, barrio de Granada declarado patrimonio de la humanidad y que constituye uno de los núcleos antiguos de Granada, con calles estrechas, empedradas y, al estar situado en una colina, empinadas. Se ubica en la Plaza de San Nicolás, y el mejor modo de acceder a este es a pie (el acceso al Albaicín en coche está muy limitado, aunque es posible llegar mediante minibuses, en concreto si no creo mal es el n31 el que hace el recorrido por el Albaicín desde Gran Vía). Un paseo por el Paseo de los Tristes, a los pies de la Alhambra y al lado del rio Darro, y posteriormente comenzar a subir por la cuesta del Chapiz. No obstante, no es el único camino y es posible llegar al mirador por numerosas rutas, en general las indicaciones son buenas. En el mirador de San Nicolás, además de las vistas, destaca la iglesia de San Nicolás, que antiguamente fue una mezquita y fue reconvertida a iglesia por los Reyes Católicos, y el aljibe situado al lado. Desde el mirador también hay vistas del mismo Albaicín y de las viviendas típicas de este barrio, los cármenes.Al mirador se puede acudir a cualquier hora, a mi gusto la mejor es el atardecer. Cierto presidente norteamericano hizo mucha publicidad de este mirador al indicar que desde aquí se puede observar la más bella puesta del sol del mundo. Y no le falta razón. Uno de los espectáculos más bellos es cuando al atardecer el sol se refleja en la Alhambra y el efecto que produce... Cuando ya anoche ce, la vista de la Alhambra iluminada es simplemente espectacular. Si no creo mal, las luces de la Alhambra se encienden a las 20:30 horas.Desde el Mirador de San Nicolás, y continuando por el Albaicín, merece la pena acercarse a la Plaza Larga, en el que si has ido por la mañana de un sábado encontrarás un mercadillo, y a cualquier hora numerosas tabernas y bares, donde si el sol nos deleita con su presencia hacen de las terrazas un lugar muy apreciado donde descansar (sobre todo si el acceso hasta aquí lo has hecho andando)

EL ULTIMO REY DE GRANADA " EL REY BOABDIL"


ALMA DEL REY CHICO

Cuando el alma habré

su puerta, y se esconde,

un secreto un dolor,

ese es la leyenda,

del moro chico,

que lo traicionó su honor.

Despojado de sus vestiduras

mas ricas y potentes,

todo lo que el , había labrado

con trabajo y sudor,

su pena hecha llanto,

derramadas en lo surtidores, de

su alhambra.

Que tendría que dejar,

con pena y dolor,

su castillo embrujado

nos dejo, y dice

la leyenda, que su alma,

en ella quedo,

cada noche sale,

a sus jardines a contemplar la luna,

y escuchar el agua,

brotando de las fuentes,

con cantos de pájaros,

cantando una canción,

de amor y dolor.

La luna se esconde,

en la Torre la Vela,

para velar su llanto

y su dolor.

Triste amanecer para este rey,

que chico lo llamaban cariñosamente,

Boabdil era su nombre,

y tubo que perder, Granada,

con el mas triste dolor.

Por no saber defenderla con honor,

su madre al lado de el,

lo ayuda a sobrellevar tanto dolor,

en el suspiro del moro, dijo su

ultimo adiós,

sus ojos entristecidos,

ha perdido su tesoro

mas preciado,

lo que tanto le costo,

y llora desesperado

por no saber defender

lo que tanto amo,

llora como mujer,

dice su madre,

ya que no has sabido defenderla,

pues tu pena en Granada quedo,

llorando desconsolado

piensa y medita,

mi corazón en la fuente de los leones

allí quedo,

para quien me recuerde con cariño

y comprención,

Yo hoy mi rey favorito,

desde niña te he soñado, y admirado como si el tiempo,

no hubiese pasado,

cuanta pena en tu rostro,

la tragedia en tus venas se nota,

la sangre derramada por tu sufrimiento,

y tu dolor, y en estos versos que te escribo yo,

son para darte mi homenaje,

por dejarnos la tierra mas bonita del mundo,

maravillosa en sus puesta de sol,

en ella va reflejada tu cara,

tu persona, y todo tu interior,

y te fuiste a destinos oscuros,

a llorar en un rincón,

tu madre Fatima,

su pañuelo da a tus manos,

para secarte tus lágrimas dese speradas,

de un hombre, derrotado por el sufrimiento,

y el dolor.

Siempre seras mi rey soñado,

para mi seras siempre bien recordado,

como hombre bondadoso, que sabia

perder, con valentía , y reconocer su error,

ser débil desde que nació,

pero en la alhambra se escucha tu lamento,

cada noche, y llegas hasta los rincones del albaycin,

porque mi rey tu no te has ido de aqui.

jueves, 26 de marzo de 2009

Video Promocional De Granada

Granada tierra soñada por mi,...

RIO DARRO DE GRANADA


RIO GENIL EN GRANADA


GRANADA Y SU PALACIO

Granada tiene la fama

de doctores y poetas,

aquí nació Garcia Lorca,

y Mariana Pineda.

Y de Ángel Ganivet

también su tierra.

Granada tiene un palacio

entre arboles y almenas,

junto al rió Genil.

Frente a la blanca sierra,

donde la puesta del sol

dicen que es la mas bella.

En Granada deja amigos

todo el que pasa por ella.

Granada es del que se fue

lo mismo que el del que se queda.

GRANADA DENTRO DE LA ALHAMBRA


GRANADA JAMÁS TE OLVIDARÉ

Granada, recuerdo triste,

Granada no olvidare,

Granada tu solo viste,

Granada que yo lo se.

Eres orgullo de España

en el arte y natural,

todo el que te ve se extraña

de belleza sin igual.

Yo recuerdo tu Gran Vía,

los Jardines del Salón,

el Solarillo de Gracia,

a la Calle San Antón.

También el Generalife

lo tengo que recordar,

recuerdo el Arco de Elvira,

recuerdo la Catedral.

En varios cines estuve,

en las iglesias rezó,

en los paseos anduve,

por hospitales pase.

Que bonita con su Alhambra,

en frente el Albaycin,

al fondo Sierra Nevada,

de base , el Darro y el Genil;

por la Cartuja se alza,

se extiende por toda Granada,

tu belleza cautivas,

y enamoras al transeúnte, al visitante

o a los que somos de allí.

miércoles, 25 de marzo de 2009

ABADIA DEL SACROMONTE " DONDE SE ENCUENTRAN LOS RECTOS DEL PATRÓN DE GRANADA " SAN CECILIO"


VISTA PANORAMICA DEL SACROMONTE DE GRANADA


HISTORIA DEL SACROMONTE.DE GRANADA



Sacromonte
Desde la abadía se denomina el Valle de Sacromonte. Se sitúa en el cumbre del Monte Valparaíso al final del camino de las siete cuestas.
El 15 de marzo de 1594, dos hombres estaban buscando tesoro, y supuestamente encontraron una placas de plomo dentro de una cueva. Escritas en árabe, relataban el martirio de San Tesifón. El Arzobispo encargó más excavaciones, y se encontraron unos restos, más placas que describían el martirio de San Cecilio, San Tesifón y San Hiscio, además de un horno y unas cenizas.
El 6 de junio de 1598, se construyó una casa para guardar las reliquias, y en 1600 empezó la construcción de una colegiata. Se estableció una fundación para la abadía con un abad y 20 canónigos. El símbolo de esta fundación era la Estrella de Salomón que se puede ver por toda la abadía.
En 1610, se paralizaron las obras cuando el arzobispo se mudó a Sevilla, aunque solamente habían construido el patio, la nave meridional, y la iglesia que existe hoy en día. Se puede ver los planes originales para toda la construcción (que nunca se construyeron) en la biblioteca. Al principio del siglo 20, se realizaron más extensiones y se añadió otra planta para el instituto y la universidad. Entonces el edificio consta de tres partes: la Abadía, el Seminario y la Colegiata.
El museo alberga muchas obras de arte incluyendo una copia del "Cristo muerto sostenido por un ángel" de Alonso Cano (a la derecha), y también una colección de vestiduras, tapices, etc. También se puede ver los libros plúmbeos*.
Se guardan las cenizas de los santos mártires debajo de sus estatuas en la iglesia.
También se puede visitar las santas cuevas por debajo de la iglesia. Vinculadas por unos pasillos estrechos, hay unas capillas donde se puede ver otras obras de arte y estatuas. En una de estas capillas, hay el crucifijo que llevó San Juan de Dios cuando pedía limosnas, y en otra hay una piedra que según cuenta la leyenda, cualquier mujer que lo besa, se casará antes de que acabe el año. Finalmente, detrás de una rejilla, hay un horno donde dicen que los mártires fueron quemados.
*En total, se encontraron unos veinticinco libros plúmbeos. Afirmaron que el mártir cristiano San Cecilio, ejecutado durante el reino de Nerón durante el siglo 3, era en realidad de ascendencia árabe en vez de española, y que después de su conversión al cristianismo, había sido ejecutado con otros cristianos castellanos por los romanos.
Algunos pusieron en duda la autenticidad de estos “libros” y fueron condenados por el Papa en 1682. Sin embargo, la polémica continuaba en el siglo 18 como resultado de los descubrimientos realizados en la Alcazaba de Granada. Se los mandaron a Madrid y después a Roma para su estudio, y se decidió que no eran auténticos y que se los debería destruir. Sin embargo, a la iglesia no le interesaba decir que las reliquias de los mártires no eran auténticas ya que en este momento la confianza en la doctrina católica estaba descendiendo: al exponer las reliquias en vitrinas, se podía garantizar unos donativos generosos.
Afortunadamente, no se destruyeron los libros, y en junio de 2000, fueron devueltos por fin a Granada.Se responsabilizaron a un grupo de moriscos (musulmanes que se habían convertidos al cristianismo después de la Reconquista). Su propósito era probar que su historia era tan antigua como la de los castellanos de siempre, y que eran descendientes de San Cecilio de otros mártires, quienes se habían convertido al Islam después de la invasión musulmana y otra vez al cristianismo después de la Reconquista.
Se celebra el día de San Cecilio, el patrono de Granada, el 1 de febrero, y en el domingo más cercano, hay una romería a la abadía. Después de la misa, hay una fiesta con bailes y música. Las personas llevan su propia comida y se reparten las tradicionales habas, "saladillas" y bacalao.
página sobre el barrio del Sacromonte

lunes, 23 de marzo de 2009

POEMA A FEDERICO GARCIA LORCA

Cuatro nombres de una familia,

Francisco, Concha, Federico e Isabel,

Federico Garcia Lorca

que tanto le dio al mundo

y a su misma nación,

y por España murió.

Que sacrificio más grande

tuvieron aquellos hermanos,

que no pudieron salvarlo,

y él no hizo traición.

En cambió, por todas partes que iba,

al pobre lo socorría,

y al rico le decía adiós,

que maravilla de hombre

y con tan buen corazón.

Fuente Vaqueros

donde queda un recuerdo,

y Asquerosa, que está lindado,

donde sus padres estuvieron,

que hoy es Valderrubio,

donde él iba a descansar

al final de sus estudios.

Cuantas maravillas escritas

hay en este pueblo,

que hoy recuerda el mundo entero.

porque fue una eminencia,

un talento con salero.

Hay muertes que pesan más

aunque el cuerpo sea pequeño,

había que hacer una plaza

y con un gran monumento,

que escritos hubieran dos nombres,

Federico Garcia Lorca

y Mariana pineda,

que los dos fueron talentos.

Cuantas veces ha pasado

por aquella tierra tan rica,

donde él estuvo sentado

escribiendo maravillas

para levantar a España

lo ha enterrado.

Lorca fue hombre rico,

hombre pobre y misionero,

qué riqueza más superior

ha dejado en el mundo entero.

En cambio España recordará,

que un día perdió

uno de los mejores talentos,

que escribía y era

el rey de la poesía.

domingo, 22 de marzo de 2009

BIOGRAFIA DE FEDERICO GARCIA LORCA POETA GRANADINO".

Federico García Lorca (1898-1936)
Sumario:
BiografíaSimbolismo y dialécticaLa unión del cielo y la tierraGitanos y oprimidosEl reino de la espigaEl teatro de LorcaBodas de sangreYermaLa casa de Bernarda Alba
«Yo nunca seré político. Yo soy revolucionario porque no hay verdadero poeta que no sea revolucionario»
Federico García Lorca nació el 5 de junio de 1898 en Fuentevaqueros, un pequeño pueblo de la vega granadina, hijo de un hacendado agrícola, y una maestra que le enseñó las primeras letras.
Desde muy pequeño manifestó un enorme interés por las canciones y juegos infantiles populares de la época, inspirados en la cultura de los siervos, criados y jornaleros de su pueblo. Sobre esas primeras experiencias infantiles, García Lorca se manifestaría ya de adulto, en relación a la tristeza y melancolía de las nanas españolas, diciendo: Son las pobres mujeres las que dan a los hijos ese pan melancólico y son ellas las que lo llevan a las casas ricas. El niño rico tiene la nana de la mujer pobre que le da al mismo tiempo, en su cándida leche silvestre, la médula del país. Lorca asimiló la rica e inagotable cultura popular y luego la pulió y elevó en un estilo depurado, al calor de las tendencias más vanguardistas del momento.
En 1914 empieza sus estudios (derecho, filosofía y letras) en la Universidad de Granada y los compagina con lecciones de guitarra y piano. Se inscribe en el centro artístico de Granada y frecuenta la tertulia El Rinconcillo en el Café Alameda.
Ante todo Federico García Lorca fue un artista completo, interesado por todas las facetas de la creatividad humana: poesía, teatro, música, dibujo...
Con su profesor Martín Domínguez Berrueta viaja por Baeza, Úbeda, Córdoba, Ronda y luego por toda España, descubriendo los tesoros culturales del país e interesándose por las tradiciones antiguas y las costumbres populares, que siempre combinó con las formas artísticas más modernas.
En 1917 se inicia su amistad con el compositor Manuel de Falla con quien organiza en 1922 en Granada el I Concurso de Cante Jondo, otro ejemplo de su interés por las tradiciones populares. Lorca asume la responsabilidad de divulgador del concurso, para lo cual imparte conferencias divulgativas en las que pide al pueblo su participación, por deber de ciudadanía, e insta a que se haga un esfuerzo por rescatar el primitivo canto andaluz de las profundidades del descrédito al que había estado destinado. También invita a los poetas de la llamada generación del 27 a reflexionar sobre la incompetencia cultural que había relegado el cante: Mientras que Rusia ardía en amor a lo popular y en Francia temblaba la ola del impresionismo, en España, país casi único en tradiciones y bellezas populares, era cosa ya de baja estofa la guitarra y el cante jondo. A los gitanos debemos la creación de estos cantos, alma de nuestra alma... la construcción de estos cauces líricos por donde se escapan todos los dolores y los gestos rituarios de la raza. Y son estos cantes, señores, los que desde el último tercio del siglo pasado y lo que llevamos de este, se ha pretendido encerrar en las tabernas malolientes o en las mancebías.
En 1919 se traslada a Madrid para continuar sus estudios. Si Andalucía aporta a Lorca la tradición popular, Madrid le transmite las novedades formales que llegan del extranjero. Allí conoce, entre otros, al poeta Juan Ramón Jiménez y al cineasta Luis Buñuel, muy influido por el surrealismo. Durante ese período, intima también con Salvador Dalí.
En la capital escribe sus primeras obras literarias, el Libro de poemas en 1921, y su primera obra de teatro, Mariana Pineda, que comienza a redactar en 1923.
Aunque publicada en 1931 es una obra fundamental redactada en esta primera época el Poema del cante jondo, cuyo núcleo central lo constituye el profundo dramatismo de la canción andaluza, sobre la que García Lorca proyecta su dolor de vivir. Dos poemas del cante jondo (De profundis y Malagueña) serán utilizados por el compositor soviético Dimitri Shostakovich, en su XIV sinfonía, un ciclo de canciones sobre la muerte.
En el verano de 1926 escribe en Granada la pieza teatral La zapatera prodigiosa y al año siguiente publica su libro Canciones en las Ediciones Litoral que dirigen sus amigos Emilio Prados y Manuel Altolaguirre. Estos primeros libros de poemas, aunque en contacto con el ultraísmo y la poesía pura, tienen un fuerte sabor nacional, andaluz, y una clara influencia de la lírica popular tradicional.
En enero de 1925 Federico terminó de retocar su drama Mariana Pineda, un homenaje a la heroína popular, a la gran revolucionaria granadina que hasta su último aliento combatió la tiranía. Y en 1927, nada menos que en plena dictadura del general Primo de Rivera, se propone estrenar el drama, un ataque frontal al régimen entonces existente en España. La pieza es un canto a la libertad y al amor. Desde la infancia la heroina era una de las grandes obsesiones del poeta. En Granada los niños cantaban en sus juegos las coplas populares que glosaban la vida de la legendaria luchadora:
Oh, qué día tan triste en Granada que a las piedras hacía llorar al ver que Marianita se muere en cadalso, por no declarar.En Granada Federico vivía cerca de la Plaza Mariana Pineda, presidida por un monumento a aquella mujer excepcional y en el Ayuntamiento había un gran retrato de su marcha hacia el patíbulo. El poeta no podía dejar de preocuparse por conocer a fondo la historia de la mártir, en la que encontró una maravilla de mujer, un prototipo de honestidad y coraje político.
El 24 de junio de 1927 la compañía de Margarita Xirgú estrenó el drama en el Teatro Goya de Barcelona, con decorados y trajes de Salvador Dalí. La obra no obtuvo el eco esperado y apenas duró una semana en cartel. Pero el 12 de octubre la misma compañía estrena la obra en el Teatro Fontalba de Madrid, esta vez con un extraordinario éxito.
Con motivo del tricentenario de la muerte de Góngora, se celebra, en el mes de diciembre en Sevilla, una lectura de poemas de los poetas de su generación. El año anterior ya había leido en el Ateneo de Granada, su conferencia sobre La imagen poética de don Luis de Góngora. El viaje a Sevilla, que se ha hecho luego tan célebre por agrupar a los poetas más jóvenes de aquel momento, definidos desde entonces como Generación del 27, se realizó por invitación del Ateneo. Entonces el más conocido era Federico, pero junto a él estaban Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Rafael Alberti, José Bergamín y otros, como el gran poeta local Luis Cernuda, que entonces aún no había publicado nada y que conoció por vez primera a Federico, entablándose entre ambos una intensa amistad.
No había mucho público en el local de Ateneo, pero Federico tuvo otro enorme éxito, jaleado como un torero -en expresión de Cernuda- al terminar de leer algunos de sus romances gitanos, aún inéditos.
De Sevilla se traslada a su Granada natal, donde en febrero de 1928 crea una revista literaria, Gallo de la que publicó dos números que armarán mucho ruido en el mundo cultural. El segundo número, aparecido en abril, contenía un Manifesto anti-artístico catalán firmado por Salvador Dalí y dos textos de Federico: La doncella, el marinero y el estudiante y El paseo de Buster Keaton.
Aunque comenzó a redactarlo en 1924, aquel mes de abril de 1928 apareció su Romancero gitano, un poemario cumbre de toda la literatura universal. Compuesta por 18 poemas que oscilan entre los 36 y los 124 versos, en ellos se funden los motivos populares y el simbólismo más refinado, lo narrativo con lo lírico sobre la base de los romances castellanos tradicionales. La obra ya era famosa antes de publicarse y la edición se agotó en pocos meses, aunque el poeta dijo que mi libro no lo han entendido los putrefactos porque la visión del mundo andaluz está cargada de dramatismo. Lorca estiliza magistralmente los elementos populares a través de unas imágenes de brillante colorido y musicalidad, alcanza una enorme calidad poética al tratar los temas eternos de la poesía: la pasión sexual, la vida y la muerte.
En noviembre de 1928 Federico García Lorca se instala en Madrid donde sigue dando conferencias y redacta la farsa Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín que pronto se estrena.
Pero por aquella época, él, un hombre alegre y jovial como pocos, atraviesa una profunda depresión a consecuencia de un desengaño sentimental. Siente la necesidad de salir al extranjero y Fernando de los Ríos le ofrece la oportunidad de acompañarle en un viaje a Estados Unidos: Nueva York me parece horrible pero por eso mismo me voy allí, escribirá. Al terminar sus estudios a finales de mayo de 1929, sale hacia París y Londres hasta que, a finales de junio, llega a América. Imparte conferencias en la Universidad de Columbia de Nueva York, pero no aprende ni una palabra de inglés. Ni la inhóspita ciudad ni sus gigantescos rascacielos impresionan a Lorca que, tras la fachada, descubre el trasfondo trágico de sus habitantes, su angustia y su soledad, el miedo del hombre acorralado por la voracidad capitalista. Otra vez encuentra en los oprimidos, esta vez los negros de Harlem, el eje espiritual de aquella América. En ellos halla lo más espiritual y lo más delicado de aquel mundo [...] porque creen, porque esperan, porque cantan y porque tienen una exquisita pereza religiosa que los salva de todos los peligrosos afanes actuales [...] El negro, que está tan cerca de la naturaleza humana pura y de la otra naturaleza. ¡Ese negro que se saca música hasta de los bolsillos! Fuera del arte negro no queda en los Estados Unidos más que mecánica y automatismo.
Los poemas de ese período están reunidos en Poeta en Nueva York, publicado tras su muerte en 1940, donde Federico García Lorca adopta la técnica surrealista para expresar su rechazo por la civilización capitalista, por las sociedades industrializadas, deshumanizadas, insolidarias y promotoras de injusticias sociales. En la gran metrópoli ve el gigantismo, la mecanización, la incomunicación, la abigarrada mezcla de pueblos. Para enfrentarse a ella, desarrolla un nuevo estilo, el surrealismo y no quiere permanecer impasible sino perfila su propio alineamiento. Poeta en Nueva York es ante todo un libro de protesta y de reivindicación social. Se trata, no obstante, de una obra hermética, en la que además el poeta se manifiesta abierta y contundentemente a favor de los oprimidos.
Cuando llevaba un año cansado de Estados Unidos, le llegó muy oportunamente una invitación de la Institución Hispano-Cubana de Cultura para impartir varias conferencias en la isla. En la primavera de 1930 sale para La Habana que, a diferencia de Nueva York, le sedujo desde el primer momento y en la que reencontró sus raíces hispanas, especialmente la cálida atmósfera del trópico, el color tostado de las gentes, la luz salvaje y la sensualidad pagana. Los poetas cubanos de la revista Avance -Nicolás Guillén, Juan Marinello, Jorge Manach, Eugenio Florit, Emilio Ballagas- le acogieron con entusiasmo. Vivió algún tiempo en casa de la gran poetisa Dulce María Loynaz, donde empezó a escribir dos piezas teatrales, El Público y Así que pasen cinco años.
A finales del verano de 1930 regresa a España. Da los últimos retoques a La zapatera prodigiosa, que estrena la compañía teatral de Margarita Xirgú el 24 de diciembre de 1930 en Madrid, que se mantuvo poco tiempo en cartel. En marzo del año siguiente lee por primera vez algunos poemas de Poeta en Nueva York y en mayo se publica su genial Poema del cante jondo, que tuvo un cierto éxito popular.
En abril de 1931, en medio del entusiasmo popular, llega a España la República que, con el apoyo de la intelectualidad avanzada, desplegó una intensa actividad para acercar la cultura a las masas populares. Los intelectuales progresistas se funden con los obreros y campesinos. Había que ir en busca de un cierto tipo de público que no acudía habitualmente a los teatros porque carecía de recursos para pagarse la entrada. Ese era el público que perseguía Federico García Lorca: El público de obreros, gente sencilla de los pueblos... y estudiantes y gentes que trabajan y estudian. A los señoritos y a los elegantes, sin nada dentro, a esos no les gusta mucho, ni nos importa a nosotros. Con el apoyo de Fernando de los Ríos, ministro de Educación, Federico Garcia Lorca crea el teatro universitario ambulante La Barraca con el que montan obras del teatro clásico español. La primera actuación tiene lugar en julio de 1932 en Burgo de Osma, donde representantan dos entremeses de Cervantes. Esta fue una de las preocupaciones constantes de Lorca: acercar la cultura, y el teatro en particular, a las gentes del pueblo en las que se inspiraba. Como él mismo reconoció: El teatro es algo muy serio... si el teatro está en decadencia, para volver a adquirir su fuerza debe volver al pueblo del que se ha apartado. Además, el teatro es cosa de poetas... Sin sentido trágico no hay teatro... y el pueblo sabe mucho de eso. El pueblo es el origen y el destino de la cultura, lo que le lleva a Lorca a criticar fulminantemente la tesis del arte por el arte:
Ese concepto del arte por el arte es una cosa que sería cruel si no fuera afortunadamente cursi. Ningún hombre verdadero cree ya en esa zarandaja del arte puro, arte por el arte mismo. En este momento dramático del mundo el artista debe llorar y reír con su pueblo. Hay que dejar el ramo de azucenas y meterse en el fango hasta la cintura para ayudar a los que buscan las azucenas.Las representaciones de La Barraca en Madrid en el paraninfo de la universidad son un clamoroso éxito. Por eso en la primavera de 1933 colabora con Pura Ucelay en la creación de los Clubs Teatrales con el mismo objetivo de poner el teatro al alcance del pueblo trabajador.
El 8 de marzo de 1933 Lorca obtiene un éxito clamoroso en el estreno de Bodas de sangre ante la plana mayor de la intelectualidad madrileña en el Teatro Beatriz.
El 13 de octubre de aquel mismo año desembarca en Buenos Aires para dar conferencias y asisitir al clamoroso éxito que allí obtiene también Bodas de sangre, estrenada por la compañía de Lola Membribes que alcanzó las cien representaciones. En la capital porteña se le rinde un homenaje y concede numerosas entrevistas. Tras el éxito de Bodas de sangre Lola Membrives estrena en diciembre La zapatera prodigiosa y en enero Mariana Pineda.
De Buenos Aires se traslada Montevideo; su fama recorre ya todo el mundo.
El 27 de marzo regresa a Madrid donde se reencuentra con Pablo Neruda, a quien había conocido en Buenos Aires, trabando entre ambos una sólida amistad. Trabaja intensamente en Yerma y en Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores a la que calificó como el drama de la cursilería española, de la mojigatería española que había concebido en 1924 como retrato de la mujer que se queda para vestir santos. Al mismo tiempo representa con La Barraca. En una de estas representaciones en Santander le llega la trágica noticia de la muerte del torero Ignacio Sánchez Mejías, muerto el 11 de agosto de 1934 en la plaza de Manzanares (Madrid), en cuya memoria escribe una sentida elegía, uno de sus mejores poemas, su Llanto por Ignacio Sánchez Mejías. El poema es un largo lamento dividido en cuatro partes, en el que de nuevo se funden los elementos populares y tradicionales con los cultos y vanguardistas con una intensa fuerza dramática.
Diciembre de 1934 se termina para Lorca con el estreno por Margarita Xirgú de Yerma en medio de una manifestación de protesta orquestada por los fascistas contra la gran actriz, que se había manifestado públicamente a favor de la República y no ocultaba sus simpatías hacia Manuel Azaña. El éxito fue tremendo, manteniéndose en cartel durante varios meses. Al cumplrse cien representaciones se le rindió un homenaje a Lorca en la función de noche en la que éste recitó su Llanto por Ignacio Sánchez Mejías.
De 1935 son, asimismo, El diván de Tamarit y los once Sonetos del amor oscuro, que completan su obra lírica.
En febrero de 1936 participa en los actos políticos a favor del Frente Popular, demostrando que su alineamiento no era sólo sobre el papel. Aprovecha un viaje a Barcelona para asistir en el Olimpia a un acto de homenaje a los presos políticos. En la ciudad condal dedica una de las representaciones de Doña Rosita a las floristas de Las Ramblas, esas mujeres de risa franca y manos mojadas donde tiembla de cuando en cuando el diminuto rubí causado por la espina. Lorca toma partido decididamente, como reconoció abiertamente en diciembre de 1934 en una entrevista concedida al diario madrileño El Sol:
Yo espero para el teatro la llegada de la luz de arriba simpre, del paraíso. En cuanto los de arriba bajen al patio de butacas todo estrá resuelto... Hay millones de hombres que no han visto teatro. Ah, y cómo saben verlo cuando lo ven.
Yo en este mundo siempre soy y seré partidario de los pobres. Yo siempre seré partidario de los que no tienen nada y hasta la tranquilidad de la nada se les niega. Nosotros (me refiero a los hombres de significación intelectual y educados en el ambiente medio de las clases que podemos llamar acomodadas) estamos llamados al sacrificio. Aceptémoslo. En el mundo ya no luchan fuerzas humanas, sino telúricas. A mi me ponen en una balanza el resultado de esta lucha: aquí tu dolor y tu sacrificio, aquí la justicia para todos, aún con la angustia del tránsito hacia el futuro que ya se presiente pero se desconoce, y descargo el puño con fuerza en este platillo.Participa en un homenaje a Rafael Alberti cuando éste regresa de la Unión Soviética en el que lee un manifiesto de los escritores españoles contra el fascismo. El 1 de abril firma otro manifiesto exigiendo la liberación del dirigente comunista brasileño Luis Carlos Prestes
Los fascistas no olvidaron sus posiciones a favor de los oprimidos. El 13 de julio de 1936 García Lorca se traslada de Madrid a Granada, donde le sorprende el levantamiento militar. Allí es detenido por los fascistas el 17 de agosto, que lo asesinan cobardemente dos dias después en Víznar (Granada) arrojando su cadáver en algún barranco de Sierra Nevada.

Llanto por Federico García Lorca

jueves, 19 de marzo de 2009

VISTA DESDE LA ALHAMBRA " SE VE EL ALBAICIN ,Y EL SACROMONTE"


LA HISTORIA DE EL BARRIO MÁS FAMOSO DE GRANADA " EL ALBAICIN"

Se comenzó a poblar en época ibera, y existió poblamiento disperso romano. No hay datos de asentamiento islámico anterior a la llegada de los ziríes, por lo que se supone que la ciudad se abandonó desde el final del imperio romano hasta la fundación del reino zirí (1013) que fue cuando se rodeó de murallas (Alcazaba Cadima) . Según algunos lingüistas debe su nombre actual a los pobladores de la ciudad de Baeza que, desterrados de ella tras la batalla de las Navas de Tolosa, se asentaron en esta zona de Granada fuera de las murallas existentes. Otros lingüistas aseguran que el topónimo viene del árabe al-bayyāzīn (en su pronunciación granadina con imela, al-bayyīzīn) , que significa [el arrabal de] los halconeros. Sin embargo, el hecho de que en Andalucía existan muchos otros barrios con ese nombre, en Alhama de Granada, Salobreña y Huéneja (Granada), Antequera y Villanueva de Algaidas (Málaga), Baena (Córdoba), Porcuna y Sabiote (Jaén), y Constantina (Sevilla), según la Junta de Andalucía, pone muy en duda esa tesis[cita requerida]. También existen barrios con esta denominación en otras partes de España, como en Campo de Criptana (Ciudad Real), fruto de la expulsión de los moriscos tras la Rebelión de las Alpujarras o en Pastrana (Guadalajara), barrio éste creado por Doña Ana de Éboli, para acoger a los moriscos del reino de Granada. Lo cierto es que albaicín indica siempre un barrio en altura y con un poblamiento peculiar desvinculado del resto de la ciudad. El hecho de que en el siglo XXI este barrio no sea propiamente un arrabal no significa que en la Edad Media no fuera considerado como tal.
Constituye uno de los núcleos antiguos de Granada, junto con la Alhambra, el Realejo y el Arrabal de Bib-Rambla, en la parte llana de la ciudad.
Antes de la llegada de los árabes a la península Ibérica, en lo que hoy es la ciudad de Granada y sus alrededores existían tres pequeñas poblaciones:
Iliberis (Elvira), en lo que después se llamó Albaicín y Alcazaba.
Castilia, cerca del actual pueblo de Atarfe.
Garnata, en la colina frente a la Alcazaba, que era más bien un barrio de Iliberis.
Sin embargo,tras estos enunciados clásicos,la investigación arqueológica actual,sitúa Madinat Ilbira en Atarfe hasta el siglo XI que se traslada la ciudad al Albaicín tras la caída del califato y la situación de inseguridad que genera. Los habitantes de Ilbira se someten como clientes a los Banu Sinhaya y a los banu Ziríes y se decide el traslado de la capital de la Cora de Elvira a la colina del Albaicín
En el 756 ya están los árabes en la península. Es la época del Emirato Independiente. La población árabe se manifiesta en dos núcleos:

Vista del Albaicín desde la Alhambra
El Albaicín
La Alhambra
Este barrio tuvo su mayor influencia en la época de los Nazaríes
El Albaicín mantiene la trama urbana del periodo nazarí, con calles estrechas, en una intrincada red que se extiende desde la parte más alta (S. Nicolás) hasta el curso del Río Darro y de la calle Elvira, que se encuentran en Plaza Nueva.
El tipo tradicional de vivienda es el carmen, compuesto por una vivienda exenta rodeada por un alto muro que la separa de la calle y que incluye un pequeño huerto o jardín.
Fue característico de dicho barrio la canalización y distribución del agua potable a través de aljibes; en total se han podido constatar unos 28; de los cuales, una gran mayoría siguen aún en uso.
El Albaicín fue declarado patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Arquitectura [editar]

Puerta Monaita
En el Albaicín se encuentran numerosos monumentos y conjuntos monumentales de distintas épocas, fundamentalmente Nazaritas y renacentistas:
Muralla Ziri, de la Alcazaba Cadima. Arco de las Pesas o Puerta Nueva
Muralla Nazarí, Puerta de Fajalauza, Torres de la Alhacaba, Puerta Monaita, Puerta de Elvira.
Iglesia de El Salvador (antigua mezquita mayor), S. Cristóbal, S. Miguel Bajo, S. José, S. Gregorio, S. Ildefonso, San Juan de los Reyes (todas antiguas mezquitas).
Palacio de Dar-AlHorra, El Bañuelo, Alminar de Almorabitun. Aljibe de Trillo, Casa de los Mascarones, Casa de Yanguas.
Sta. Ana, S. Pedro, S. Cristóbal, S. Miguel alto.
Casa de Porras, Casa del Almirante, Casa de Castril, Casa de la Lona, Casa de los Cordoba.
Real Chancillería.




miércoles, 18 de marzo de 2009

Documental antiguo sobre el barrio del Albaicín de Granada

En este video se puede apreciar granada, sus centro y parte de un barrio historico llamado " albaicin" sus calles bellas, de casi todas estrechitas, los empedrados, casi de todas las calles se divisa la alhambra, bella ante ninguna mi linda dama, cuanto verso hizo Federico garcia lorca, para ti, te llevo por todos lados, espero que disfruteis de sus barrios.

LAREINA ISABEL LA CATOLICA


UN POCO LA VIDA DE ISABEL LA CATOLICÁ,

La figura de Isabel I será fundamental para conocer el tránsito que se produce en la Península Ibérica entre la Edad Media y la era Moderna. Su reinado, junto a su esposo Fernando de Aragón, servirá de puente entre dos épocas y tendrá elementos identificativos tanto de una etapa como de la otra. Nace el 22 de abril de 1451 en el pueblo abulense de Madrigal de las Altas Torres. Será la tercera hija del rey Juan II de Castilla, casado en segundas nupcias con doña Isabel de Portugal, la madre de la futura Reina Católica. Su infancia transcurrió en Arévalo, donde se trasladó su madre al poco tiempo de enviudar. La estancia en Arévalo no será muy agradable ya que la madre pronto empieza a dar muestras de locura. Poco sabemos de su instrucción, suponiendo que en estos años aprendería a leer y escribir. En 1464 el rey Enrique IV, su hermanastro, la lleva a su corte, dotándola de rentas, mercedes y una villa en Casarrubios del Monte. Las relaciones entre los hermanos son bastante estrechas y don Enrique da muestras de cariño hacia la joven infanta al igual que a su otro hermano, don Alfonso. La situación en la corte de Enrique no es muy gratificante ya que los nobles desean restar aún más poder al legítimo monarca, produciéndose un soterrado enfrentamiento entre los partidarios de una monarquía fuerte y los que optan por un monarca manejable del que puedan conseguir todo tipo de gracias y mercedes. En este ambiente se produce un hecho significativo conocido como "Farsa de Avila". En una grotesca ceremonia los nobles deponen a Enrique IV y nombran rey de Castilla al príncipe Alfonso, alegando que la heredera -Juana, hija de Enrique y de su segunda esposa Juana de Portugal- es ilegítima al ser fruto de los amores de la reina y el valido, Beltrán de la Cueva, de donde viene el nombre de Beltraneja con el que la infanta es conocida posteriormente. Isabel está al margen de todas estas maniobras pero pronto entrará en escena. La muerte del príncipe Alfonso en 1468 provoca que sus partidarios elijan a la joven infanta como nueva candidata a arrebatar la corona a Enrique. El objetivo nobiliario será contar con una persona manejable con la que realizar sus intereses personales. En este contexto se firma el Pacto de los Toros de Guisando (1468) en el que Enrique reconoce a su hermana Isabel como princesa de Asturias, confirmando la ilegitimidad de su hija Juana. Resulta curioso como Isabel, cuyas posibilidades de reinar en Castilla eran muy escasas al nacer, se había convertido en la sucesora al trono. Como princesa de Asturias Isabel debe elegir un buen marido para casarse. Los candidatos a este matrimonio político serán varios: Alfonso V de Portugal; don Pedro Girón, maestre de Calatrava, y Fernando de Aragón, heredero de la corona vecina. La elección se consumó en Ocaña , donde Isabel constituyó su casa: Fernando era el elegido. El matrimonio se celebrará en Valladolid el 19 de octubre de 1469, presentando el arzobispo Carrillo una bula papal falsa ya que ambos contrayentes eran primos segundos, teniendo como antepasado común a Juan I de Castilla. Pero este matrimonio significará el enfrentamiento entre los dos hermanos ya que Enrique reacciona rápidamente y declara ilegal el nombramiento de Isabel como princesa de Asturias, reconociendo a Juana como su heredera legítima (Valdelozoya, 1470). La guerra civil está servida aunque aún queden algunos años para estallar. En un primer momento, Isabel y Fernando apenas cuentan con aliados, retirándose a Medina de Rioseco, pero paulatinamente va creciendo el número de sus partidarios: el País Vasco, Borgoña, Roma y especialmente la poderosa familia Mendoza. La posición de Isabel es cada vez más fuerte y parece que el propio Enrique se aviene a negociar. Pero en estos momentos el monarca fallece en Madrid, en la noche del 11 al 12 de diciembre de 1474, sin hacer testamento. Tomando como base el tratado de los Toros de Guisando Isabel se proclama reina de Castilla en Segovia, el 13 de diciembre. Es una política de hechos consumados que provocará la guerra entre Isabel y sus partidarios -que apoyan una monarquía estable y consolidada- frente a Juana y sus aliados -curiosamente los que anteriormente la consideraban ilegítima, pretendiendo consolidar sus derechos feudales y relegar la monarquía a un plano meramente formal-. En enero de 1475 se firma la Concordia de Segovia entre Isabel y Fernando. donde se produce un reparto de competencias entre ambos monarcas. Isabel es "reina y propietaria de Castilla" y su esposo recibe el título de rey. Desde ese momento los esposos formarán un bloque imposible de dividir y con esa firmeza pueden hacer frente al estallido de la guerra. La guerra civil se produce entre 1475 y 1479, convirtiéndose en guerra internacional al participar Portugal y Francia apoyando a Juana mientras que Aragón rinde su apoyo a Isabel. La derrota portuguesa en las cercanías de Toro (1 de marzo de 1476) y las dificultades francesas para invadir tierras guipuzcoanas gracias a la labor de la marina vasca inclinan la balanza a favor del bando isabelino. Durante tres años se irán sofocando los focos de resistencia en tierras extremeñas y andaluzas, lo que indica que la causa isabelina no estaba tan arraigada. Los Tratados de Alcaçovas (septiembre de 1479) ponen fin a la contienda y desde ese momento Isabel está firmemente asentada en el trono. Ese mismo año de 1479 muere Juan II de Aragón por lo que Fernando se convierte en rey aragonés, poniéndose en marcha la unión dinástica de Castilla y Aragón. Los cimientos del Estado moderno se están colocando en la Península Ibérica. Para robustecer el poder real se tomaron una serie de medidas de gran calado, la mayor parte de ellas en el seno de las Cortes: la constitución de la Santa Hermandad con fines de índole policial y judicial (Madrigal de las Altas Torres, 1476); la reorganización del Consejo Real, la ampliación de las competencias de los corregidores (Toledo, 1480); regulación de la Hacienda Real; revisión de las mercedes otorgadas a los nobles por Enrique IV; incorporación de los maestrazgos de las Ordenes Militares a la Corona al nombrar Gran Maestre a Fernando; establecimiento en Valladolid de la Real Chancillería, creando una segunda Chancillería en Granada (1505); constitución de un ejército permanente que tiene como núcleo las Guardias Reales, las milicias urbanas y la Santa Hermandad. En materia religiosa se produce la expulsión de los judíos (1492); la reforma de las órdenes religiosas, labor realizada por el cardenal Cisneros; y la creación de la Inquisición en Castilla (1478) gracias a la bula "Exigit sinceras devotionis affectus" promulgada por Sixto IV por la que se otorga a los reyes el poder de nombrar dos o tres obispos para desempeñar el oficio de inquisidores, produciéndose las primeras condenas en Sevilla durante el año 1481. En 1492 se producen tres hechos de gran importancia para España: la conquista de Granada -que pone fin a la guerra con el reino nazarí desde el año 1482-, la conquista de las Canarias -las islas mayores: Gran Canaria, La Palma y Tenerife- y el descubrimiento de América gracias a Cristóbal Colón. Los tres episodios se pueden relacionar con la política exterior desarrollada por Isabel y Fernando, encaminada a extender los dominios ibéricos para afianzar la corona como una potencia internacional, enfrentándose a Francia. Bien es cierto que la línea trazada por Fernando tenía como objetivo la expansión hacia el Mediterráneo -Italia y Sicilia- pero con estas nuevas aportaciones Castilla se abría al Atlántico. Gracias a las bulas "Inter Caetera" (mayo de 1493) el papa Alejandro VI concedió la soberanía de las tierras descubiertas -aunque Colón pensaba que había llegado a las Indias-. Será este mismo pontífice quien otorgue a Isabel y Fernando el título de Reyes Católicos en 1494 -posiblemente para compensar al título de "Rey Cristianísimo" que ostentaban los soberanos franceses- que también disfrutarán todos sus herederos. Dentro de la política exterior conviene destacar la política de enlaces diseñada por los reyes para sus hijos. Todos los matrimonios están encaminados a aislar a Francia: Isabel casaría con el príncipe portugués don Alfonso y al enviudar, con su heredero, don Manuel el Afortunado; Juan casará con Margarita de Austria, hija del emperador Maximiliano I y María de Borgoña; Juana contraerá matrimonio con Felipe de Austria, también hijo del emperador; María se casará con su cuñado, el viudo don Manuel de Portugal; Catalina será la primera esposa de Enrique VIII de Inglaterra. Portugal, el Imperio e Inglaterra, rodeando con sus vástagos al reino francés. El diseño de Fernando no podía ser más perfecto. La muerte del príncipe Juan en 1497 provocará a doña Isabel una depresión, quizá por motivos sucesorios. El fallecimiento de Isabel (1498) y su hijo Miguel (1500) -heredero de las coronas de Portugal por su padre, Castilla por su abuela y Aragón por su abuelo- aumentarán la desazón en la reina que fallecerá en Medina del Campo el 26 de noviembre de 1504, víctima de un cáncer. El testamento deja como heredera y propietaria de la Corona de Castilla a su hija Juana. El cadáver de doña Isabel fue llevado a Granada donde será enterrado, pudiéndose apreciar hoy en día un precioso mausoleo -realizado por Domenico Fancelli- en la Capilla Real granadina, acompañada de su esposo Fernando.

" FOTO DE LA CALDELERIA " GRANADA DONDE ABUNDAN MUCHAS TETERIAS.


A MI GRANADA

Vieja tierra Granadina,

tu seras siempre una niña,

como la mañana eterna

de tu historia infinita.

Mora y sultana,

tus calles son tan lindas,

que te llevo , dentro de mi,

son pocos los piropos,

tu belleza cautiva.

Las aguas de tus ríos,

recuerdan el misterio ,

sus sonidos nos van cautivando,

bajando la caldeleria,

sus empedrados,

de tus calles,

¿ Hay Granada mía?

Cuanto salero, tu esplendor,

el visitante, se queda, anonadado,

de tanta maravilla.

Granada m, morita, sultana,

te pasean, por todo el mundo,

¿ Quien no te conoce?

el visitante,

vuelve, pues solo tu belleza,

la tienes tu,

¿Tierra mía?

Cierto rey lloro,

por alejarse de ti,

su tristeza, y sus suspiros

dejo, al otro lado de la colina.

Pena del ciego que no te ve,

pero siente con el corazón,

y con esa ilusión,

si que te ve, tierra mía.

martes, 17 de marzo de 2009

" JARDINES DEL GENERALIFE DE GRANADA"


EN LA VEGA DE GRANADA

En la vega de Granada

hay jardines con flores,

hay mujeres hogareñas

que piensan en los amores.

Caricias para las solteras,

celos para las casadas,

para las viudas paciencias,

pañuelos para las muchachas.

Cancelas llenas de yedra

que están oliendo a distancia,

el tomillo de la sierra

con su aromática fragancia.

Hay balcones con macetas

y huertas con limoneros,

parejas de enamorados

hablando con los luceros.

Que pasean por las sombras

de la vega de Granada

un cantar de ruiseñores

en una fresca mañana.

En tarde de primavera

cuando el campo está en flor,

cuando canta la calandria

y hace el nido el gorrión.

Cuando los trigos en caña

y el tiempo les da color,

salen los enamorados

a contar cosas de amor.

Paseando por la vega

en el campo una mañana

con abanicos de luna

se van mirando la cara.

domingo, 15 de marzo de 2009

PATIO DE LO LEONES " SE ENCUENTRÁ DENTRO DE LA ALHAMBRA"


MORA Y SULTANA

Granada, mora y sultana,

! Quien te pudiera llevar

en el corazón clavada!

Era abril, en primavera,

de la Alhambra, sus jardines

vieron mi amor florecer,

y el murmullo de sus aguas

como una dulce canción,

arrullaban la caricia

de tus palabras de amor.

Granada mora y sultán,

! Siempre te voy a llevar

en el corazón clavada !

Era mayo, en primavera,

de Granada los jardines

no querían florecer,

y el murmullo de la lluvia

como una triste canción,

envolvía mi tristeza

porque se me fue tu amor.

Granada, mora y sultana,

! Quien te pudiera arrancar

de mi corazón clavada !.

viernes, 13 de marzo de 2009

Video Promocional De Granada

PASEO POR GRANADA, COMO PODREIS VER HAY, VA UNA PARTE DE ESTÁ CIUDAD DE EMBRUJO, Y HISTORIA, COMO MUY BIEN HAY CANTA, LA CAJA DE PANDORA, UNA CANCIÓN MUY LINDA, GRACIAS A ELLOS PORQUE COMO GRANADINA, ME SIENTO MUY ORGULLOZA, DE MI TIERRA, Y QUE LE HAYA HECHO ESTÁ CANCIÓN, TAN ENTERNECEDORA Y BONITA A MI TIERRA,HACE MENCIÓN HA FEDERICO GARCIA LORCA, NUESTRO GRAN POETA, QUE LLEVÓ, A SU GRANADA POR EL MUNDO ENTERO.

EL REY BOABDIL "ULTIMO REY DE NAZARÍT DE GRANADA


BOABDIL Y LOS REYES CATOLICÓS

Uno de los hechos importantes del reinado de los Reyes Católicos fue la incorporación del reino de Granada al conjunto de territorios que se integraban en la Corona de Castilla. Su importancia deriva no sólo del acontecimiento en sí mismo, sino, además, de las consecuencias de todo orden, interno y externo, que marcarían después la evolución posterior de la política de la Monarquía.
Esta incorporación, producida tras larga y costosa guerra, resultó traumática, ya que, en un proceso de progresiva e irreversible aceleración, supuso para los granadinos una dolorosa ruptura con su pasado. En 1492, Granada iniciaba su entrada en el Occidente europeo; esto significó la imposición de un nuevo sistema de valores y la estructuración de su existencia dentro de unas coordenadas bien diferentes a las que habían imperado en los siglos anteriores.
Fue, por tanto, en esta Granada en vías de cambio y de transformación -del Islam a la Cristiandad-, la ciudad en la que, a su vez, se iban a manifestar las tensiones y conflictos que la cultura cristiana estaba conociendo con la transición del Gótico al Renacimiento o, si se quiere una expresión más amplia, de los tiempos medievales a la época moderna. La Capilla Real y el Palacio de Carlos V, o el mismo conjunto catedralicio, pueden servir de símbolo de la presencia de estas dos tendencias que finalizaría con el triunfo de las nuevas ideas. Y esos mismos monumentos son, sin duda, también símbolos, tanto en su concepción como en su emplazamiento, del triunfo de la Cristiandad sobre el Islam, triunfo que llevó consigo la completa imposición de la primera sobre el segundo y, a medio plazo, condujo a la desaparición de este último de las tierras peninsulares.
Así pues, los años en los que se inició y se desarrolló el Renacimiento en las tierras granadinas, no pudieron estar cargados de mayor complejidad, por lo que presentaron muy peculiares tensiones ausentes de otras áreas de Occidente, lo que le confiere al estudio y conocimiento de este momento histórico granadino una particular atracción. Es entonces cuando desempeñaron un papel fundamental sus principales protagonistas, Boabdil, el Rey Chico, y los Reyes Católicos, Isabel y Fernando.
La guerra de Granada
Con anterioridad a la llegada al poder de los jóvenes monarcas Trastámaras, las relaciones entre el emirato nazarí y Castilla, aunque no habían dejado de conocer periodos de paz, estuvieron caracterizadas en múltiples ocasiones por el recurso al enfrentamiento bélico, la mayoría de las veces con frecuentes expediciones que desde ambos lados de la frontera hacían muy peligroso el modo de vida para los habitantes de las comarcas limítrofes; no obstante, los distintos monarcas cristianos no se decidieron a emprender la conquista definitiva del último bastión islámico de al-Andalus, entre otras razones, por la inestabilidad política y social de la propia Castilla. El panorama experimentó un cambio definitivo cuando Fernando e Isabel, tras poner término al conflicto sucesorio, impusieron la autoridad real entre sus súbditos. En ese momento una serie de factores, entre los que no faltaron los relacionados con la política exterior, lanzaron a los Reyes Católicos a la conquista final del reino de Granada, cuya sola existencia suponía una permanente inquietud y potencial peligro debido a que sus tierras podían servir de cabeza de puente al nuevo poder expansivo islámico presente en el Mediterráneo, el que representaba el Imperio otomano.
Aunque hoy día no se acepte por muchos historiadores el concepto de Reconquista, no hay que olvidar, sin embargo, que fue un concepto cultivado a lo largo de los siglos medievales por grupos dominantes de la sociedad cristiana peninsular, en particular por el clero, por lo que a fines del siglo XV se había extendido, con distintos grados de profundización, entre una mayoría de las capas de la sociedad cristiana. Parece claro que a esta idea de reconquista se unió la de Cruzada, de rancia tradición en la Cristiandad occidental y que, tras la caída de Constantinopla y el avance turco, volvía a estar en la boca de los dirigentes cristianos de la Europa Occidental.
Por otra parte, Isabel y Fernando, preocupados por el afianzamiento de su política de reconstrucción de la monarquía, debieron ver en la guerra contra el musulmán la posibilidad de canalizar las energías de la turbulenta nobleza castellana hacia una empresa que, en virtud de previsibles ganancias materiales, podía frenar las discordias internas y satisfacer ambiciones de ascenso en aquella sociedad jerarquizada.
Hay que indicar asimismo que en Castilla, de acuerdo con ciertas tendencias presentes también al otro lado de los Pirineos, se estaban gestando nuevas tendencias político-ideológicas que propugnaban la unidad de creencias religiosas entre los súbditos como uno de los instrumentos imprescindibles para construir una nueva Monarquía, absoluta y centralizada, en la que no era posible la coexistencia con el Islam, lo que no sólo iba a influir en la contienda bélica, sino, de un modo más claro, en los acontecimientos inmediatamente posteriores.
La guerra exigió un gran esfuerzo económico, acrecentado por tener que movilizar en sucesivas campañas un considerable contingente de hombres ante la tenaz resistencia de los granadinos, quienes, ayudados por la intrincada orografía de su territorio, se defendieron con inusitado ardor.
Por parte cristiana la organización bélica se efectuó según el sistema tradicional. Llegaron tropas reales procedentes de una gran parte de los territorios de la Corona de Castilla, pero el máximo esfuerzo, humano y económico, se exigió a los concejos andaluces y murcianos; no obstante, las mayores responsabilidades bélicas recayeron sobre las huestes señoriales andaluzas, mejor entrenadas para la contienda.
A pesar de que las crónicas de la época nos han transmitido que en algunos momentos los ejércitos cristianos se compusieron de ochenta mil hombres, hay que tener presente que una mayoría de sus integrantes no eran combatientes propiamente dichos, sino fuerzas auxiliares dedicadas a la intendencia o a la destrucción de los territorios asediados. Fue una guerra de corte medieval, con escasas batallas en campo abierto. Las principales operaciones militares consistían en asedios de ciudades y fortalezas, que eran conquistadas tras la devastación de los campos cercanos para evitar su abastecimiento; en caso de no producirse la rendición, se efectuaba el asalto, al que precedía un bombardeo artillero, uno de cuyos fines principales era lograr la desmoralización de la población. Este uso sistemático de la artillería fue uno de los pocos rasgos relativamente modernos, técnicos y tácticos, de la guerra granadina.
Con los recursos de que disponían los monarcas católicos -a pesar de ser muy superiores a los nazaríes- era imposible la permanente movilización de grandes contingentes de hombres; de ahí que la guerra tuviera lugar en campañas anuales iniciadas con la llegada del buen tiempo. Se combatía durante algunos meses en primavera y verano y luego retornaban a sus hogares. Cada una de estas campañas supuso un recorte de la reducida superficie (30.000 kms2.) del reino nazarí.
A pesar de tan desesperada situación, los granadinos se hallaban divididos de forma suicida. Tales eran sus querellas internas, anteriores al estallido de la guerra, que ni siquiera el inexorable avance cristiano sirvió de aglutinador para ponerles fin.
El sultán Abul-Hasam Alí (el Muley Hacén de los cronistas cristianos) tuvo que enfrentarse a la insubordinación del poderoso clan de los Abencerrajes; además, otras circunstancias contribuyeron al descrédito del viejo soberano: su dura fiscalidad, su pasión senil por la cautiva cristiana Isabel de Solís y su incapacidad para reconquistar Alhama, caída en el primer empuje de los castellanos. El resultado fue que el sultán, junto a su hermano Muhammad al-Zagal, tuvo que refugiarse en Málaga, mientras que el trono granadino pasaba a ser ocupado por su hijo Muhammad XII (Boabdil).
La historia ha colocado a este último emir granadino, Boabdil, el hombre que tuvo el triste destino de ser el interlocutor que debía acordar la desaparición del reino nazarí, frente a unos engrandecidos monarcas cristianos, forjadores de una nueva Monarquía catapultada de inmediato a ser uno de los ejes sobre los que iba a girar el mundo político de Occidente. El contraste, pues, entre un monarca, soberano de un reino en estado de agonía, y unos reyes, titulares de una Corona pujante, enaltecidos por una mayoría de sus súbditos y en plena gloria personal, no podía ser más fuerte.
No obstante, un rasgo común presenta en principio la trayectoria de Boabdil y de los Reyes Católicos; me refiero al modo accidentado de su llegada al trono, ya que para ninguno de ellos su entronización estuvo precedida de un camino de rosas. En el caso de Boabdil, el movimiento insurreccional que lo llevó al trono (comienzos de 1483) estuvo protagonizado por los partidarios de la sultana abandonada, Fátima, quienes habían preparado la conspiración aprovechándose del descontento por la pérdida de Alhama. Todo empezó con la huida de Boabdil de la Alhambra, donde se encontraba vigilado por su padre, refugiándose en Guadix donde fue proclamado emir, con lo que surgió la guerra civil; de inmediato, mientras Muley Hacén se replegó hacia Málaga, su hijo se apoderó de la capital y de buena parte del reino.
En esta situación, Boabdil necesitaba realizar alguna acción prestigiosa que le avalara ante sus súbditos como el emir que el reino necesitaba; sobre todo después de que el Zagal, hermano y auténtico hombre fuerte de Muley Hacén, infringiera una cruenta derrota a lo más granado de la nobleza cristiana en la comarca malagueña de la Axarquía (20 de marzo de 1483). Le resultaba, pues, imprescindible protagonizar una victoria militar frente al enemigo cristiano para reforzar su posición política, por lo que de inmediato encabezó una expedición con la intención de apoderarse de Lucena; sin embargo, las consecuencias fueron distintas a las deseadas, ya que la campaña acabó en derrota y el propio Boabdil fue hecho prisionero. Su captura no sólo se convirtió en una baza política, de la que pudieron disponer los monarcas cristianos, sino que, además, marcaría de forma casi determinante las futuras actuaciones del Rey Chico, desde entonces un verdadero títere de su triste destino, en cuya configuración tanta importancia tuvo la propia debilidad de su carácter.
En efecto, si hasta entonces los cristianos se habían beneficiado de la división interna granadina, a partir de ahora los reyes, Isabel y Fernando, iban a poder intervenir de modo directo en la misma, ya que el compromiso al que se llegó suponía la posibilidad de controlar el futuro del emirato granadino y, como el mismo Fernando declaró, «poner en división y perdición aquel reino».
Lo esencial del pacto firmado, que acordó la liberación de Boabdil, era un reconocimiento de la situación existente en el siglo XIII entre Castilla y Granada con los acuerdos de Fernando III y Alhamar, el fundador del reino nazarí. Los tres puntos principales del pacto eran los siguientes:
-Reconocimiento de Boabdil como emir del territorio en su poder, en situación de vasallaje respecto a Castilla.
-Compromiso de pagar un tributo anual de 12.000 doblas.
-Persistencia en la guerra frente a su padre (de hecho contra el Zagal que era quien verdaderamente controlaba la situación).
La firma por Boabdil del pacto no pudo ser más negativa para su actuación futura, como bien pronto pudo darse cuenta, ya que a su regreso de la cautividad no encontró entre los granadinos el apoyo que esperaba; por el contrario, se hizo patente su desprestigio.
Se instaló en Guadix, la cual sería su capital durante dos años, y pretendió ganarse adeptos entre quienes estaban cansados de la actividad bélica, sirviéndose como propaganda de considerarse el único capaz de asegurar una paz honorable con Castilla. No obstante, entre los musulmanes granadinos se hallaba más extendida la opinión de que los acuerdos firmados no sólo eran vergonzosos, sino que suponían una traición contra el reino.
A comienzos de 1485, la situación empeoró para el Rey Chico. Almería cayó en manos del Zagal; dio muerte a su hermano Yusuf y el mismo Boabdil tuvo que huir y refugiarse en Córdoba al amparo de los Reyes Católicos para poder salvar su vida; allí recibió ayuda militar para regresar a la zona nororiental que le seguía siendo fiel. Dentro de este complejo panorama, el Zagal había terminado por proclamarse emir, por lo que no dejó de ser considerado en algunos sectores como un usurpador; de ahí que meses más tarde, ya en la primavera de 1486, se produjera un levantamiento en el Albaicín en nombre de Boabdil. El hecho dio lugar a uno de los episodios más oscuros y cuyos móviles nos quedan un tanto desconocidos en la vida de nuestro personaje, ya que en lugar de acudir a ponerse al frente de la insurrección firmó un acuerdo secreto con su tío, al que reconoció como señor de Granada, Málaga y Almería, hecho que le permitió instalarse en Loja con el objeto de defenderla del avance de las armas cristianas. Esto fue considerado por el Rey Católico como un incumplimiento de sus obligaciones de vasallaje, por lo que, conquistada Loja (30 de mayo), Boabdil quedó prisionero por segunda vez.
El monarca nazarí, perdonado por los Reyes Católicos, entró en un nuevo plan del monarca católico. Según el mismo, en el nuevo acuerdo firmado ya no se le reconocía a Boabdil el título de emir, aunque se le prometió darle en señorío las tierras del noreste del reino que teóricamente controlaba, con la obligación de que reanudase la lucha contra su tío el Zagal. El pacto acrecentaba la influencia de los Reyes Católicos sobre la situación política del cada vez más empequeñecido reino nazarí.
La fidelidad de los habitantes del Albaicín hacia Boabdil se puso de nuevo de manifiesto en septiembre de 1486, fecha en la que fue acogido en dicho barrio, volviendo a ser reconocido como emir; allí consiguió resistir gracias a la ayuda militar proporcionada por los alcaides cristianos de Íllora y Moclín, por lo que la guerra civil volvió a estar presente en las calles de la capital granadina, esta vez con la presencia física de contingentes militares castellanos.
1487 fue un año decisivo para el desarrollo posterior de los acontecimientos. En primer lugar, porque el fracaso del Zagal en su intento de socorrer al asedio de Vélez Málaga permitió a Boabdil instalarse de nuevo en la Alhambra; en segundo lugar, porque la conquista de Málaga hizo que el primero se recluyera en Almería ejerciendo su dominio sobre una porción del oriente del reino. Todo ello propició un nuevo acuerdo de los Reyes Católicos con el Rey Chico, claro exponente de cual era a estas alturas el verdadero poder de este último, pues, al margen de otros aspectos contenidos en el mismo, aceptaba entregarles Granada a cambio de recibir el señorío sobre Guadix, el Cenete, Baza, los Vélez, Purchena, Vera, Mojácar, comarca del Andarax y otros territorios no costeros.
En 1488, el territorio que en realidad controlaba se reducía prácticamente a la ciudad de Granada y su entorno; el resto estaba ya bajo dominio cristiano o, en menor extensión, era zona controlada por el Zagal, quien muy pronto sucumbiría ante la ofensiva de las armas castellanas. Efectivamente, a fines de noviembre de 1489, tras largo asedio, fue conquistada Baza por el ejército cristiano. Era el principio del fin; antes de que finalizara el año, tras la firma de una capitulación muy favorable, se entregaron sin resistencia Almería, Guadix y el Cenete.
Por tanto, parecía llegado el momento de exigir a Boabdil el cumplimiento del pacto de vasallaje en vigor. Los Reyes Católicos anunciaron el fin de la guerra y prepararon su entrada solemne en Granada, a la vez que reclamaban la entrega de la ciudad al monarca nazarí. En el mes de enero de 1490 se iniciaron incluso negociaciones al respecto; sin embargo, las mismas se interrumpieron de inmediato y se entró, una vez más, en una situación de enfrentamiento. Se especula con las razones que motivaron la nueva postura del último emir granadino. Se ha sostenido que la causa principal fue el intento de los reyes de no respetarle la integridad de los territorios que se le habían prometido en 1487; otros defienden que la razón última estuvo en la fuerza que tenían en la capital los partidarios de la resistencia hasta sus últimas consecuencias. No olvidemos que una constante de su actuación política estuvo en su ambigüedad, adaptándose en cada momento a la postura que pensaba más favorable a sus intereses personales.
Pero, en definitiva, fuesen cuales fuesen los verdaderos motivos, el hecho es que Boabdil se inclinó ante la voluntad de éstos últimos resistentes y se dispuso a luchar hasta el fin. De este modo, a partir de la primavera de 1490 el soberano nazarí, en una postura reivindicativa -ahora sí- del papel que debía desempeñar ante su linaje y ante su pueblo, emprendió una serie de expediciones ofensivas para recuperar territorios perdidos y conseguir un levantamiento de los musulmanes granadinos que ya eran súbditos de los Reyes Católicos. Pero fue un desesperado canto de cisne, que condujo a conquistas efímeras, a la cautividad de aquellos pocos mudéjares que se le sumaron y al agotamiento definitivo de sus recursos humanos y materiales.
Como no se consideraba factible el asalto a las poderosas fortificaciones de la capital granadina, el ejército cristiano se instaló en la misma Vega, edificando Santa Fe como cuartel general permanente, con el objeto de preparar un largo cerco de la capital. El cerco de Granada, bien pronto establecido, mostró de forma bien visible a sus habitantes, la voluntad de los monarcas castellanos de entrar sin excesiva demora en la ciudad. Granada, repleta de refugiados, padecía hambre y veía caer a sus principales jefes militares en las diarias escaramuzas, idealizadas luego por la literatura. Boabdil hacía tiempo estaba en tratos con los Reyes Católicos, tratos secretos por temor a la reacción del pueblo granadino. Fruto de esos contactos fue la capitulación, firmada el 25 de noviembre de 1491, y la posterior rendición de la ciudad el 2 de enero de 1492. Cuatro días más tarde, el monarca musulmán abandonó subrepticiamente la Alhambra y los Reyes Católicos hicieron su entrada triunfal en la capital granadina.
La desaparición del reino musulmán de Granada fue amplia y gozosamente celebrada no sólo en toda la Península, sino también en el resto de Europa, que veía con temor la imparable expansión de los turcos en las tierras del sudeste europeo; se cantaron tedéums, se compusieron poemas, se programaron actividades festivas y la mirada se volvió hacia aquella nueva potencia que surgía en occidente en defensa de la Cristiandad. Renacía la utópica esperanza, nunca extinguida, de reconquistar los Santos Lugares. Dentro de este contexto, el papa Julio II concedió a Fernando V el título de rey de Jerusalén; pero el monarca Trastámara tenía unas ambiciones políticas mucho más pragmáticas que, dejando a un lado quiméricas fantasías, se movían en la consecución de unos objetivos mucho más realistas y cercanos.
Las capitulaciones
Las capitulaciones habían sido tan generosas, especialmente las últimas, las que afectaban a la capital granadina, que se puede dudar si los Reyes pensaban cumplirlas en su integridad o eran una estratagema para conseguir una rápida entrega de la ciudad; al menos, la benevolencia de los términos de la rendición pueden interpretarse como una clara muestra de los fervientes deseos de los monarcas cristianos por terminar una guerra que había costado demasiadas vidas y dinero.
El sultán y los suyos se comprometían a guardar fidelidad a los Reyes Católicos y éstos, por su parte, se juramentaban a garantizar la seguridad personal y material de Boabdil, su familia y colaboradores inmediatos, a los que se compensaba con pensiones generosas y la administración de buena parte de la Alpujarra. Quizás la lectura de algunos de los puntos de dichas capitulaciones resulte más elocuente para mostrar lo conseguido por el soberano nazarí tanto para él -sin referirnos a los acuerdos particulares que también obtuvo-, como para sus súbditos. Helos aquí:

Item es asentado y concordado que sus altezas y sus descendientes, para siempre jamás dejarán vivir al dicho Rey Muley Baudili y a los dichos alcaides y alcaldis y sabios y muftíes -al-faquíes- y alguaciles y caballeros y escuderos y viejos y buenos hombres y comunidad chicos y grandes, estar en su ley y no les mandarán quitar sus algimas y çumaas y almuédanos y torres de los dichos almuédanos para que llamen a sus açalaes y dejarán y mandarán dejar a los dichos algimas sus propios y rentas como ahora los tienen y que sean juzgados por su ley sarracena con consejos de sus alcaldis según costumbre de los moros y les guardaran y mandaran guardar sus buenos usos y costumbres.
Item es asentado y acordado que no les tomarán ni mandarán tomar sus armas y caballos ni otra cosa alguna, ni en tiempo alguno para siempre jamás, excepto todos los tiros de pólvora grandes y pequeños que han de dar y entregar luego a sus altezas.
Item es asentado y acordado que ningún judío no sea recaudador ni receptor ni tenga mando ni jurisdicción sobre ellos.
Item es asentado y acordado que a ningún moro o mora non haga fuerza a que se torne cristiano ni cristiana.
Se permitía asimismo a los granadinos emigrar libremente al otro lado del mar durante el plazo de tres años, periodo durante el cual podían enajenar sus propiedades. En caso de que optasen por permanecer en sus tierras, disfrutarían de franquicias fiscales durante dicho período, transcurrido el cual, volverían a tributar de acuerdo con el régimen impositivo nazarí. También se acordaba que el derecho islámico sería seguido en todo pleito entre granadinos musulmanes; en caso de fricción con cristianos, las partes litigantes deberían someterse a la decisión de jueces mixtos nombrados al efecto. Incluso, con objeto de facilitar el desarrollo de la vida colectiva, los monarcas se apresuraron a nombrar una especie de «Ayuntamiento» o «concejo» musulmán integrado por 21 regidores, de los que dos eran alfaquíes, tres escribanos, un intérprete y una larga serie de «alamines» que representan a los distintos oficios existentes en la ciudad.
A pesar de tan generosas concesiones, la mayoría de los integrantes de los sectores más elevados de la sociedad nazarí emigraron, en parte por no ver muy claro el porvenir y, sobre todo, al sentirse incómodos en la nueva situación. Este hecho resultaba muy beneficioso para las pretensiones de los vencedores, quienes facilitaron estas salidas, ya que así se favorecía la desarticulación de la sociedad musulmana, privándola de sus minorías dirigentes, algo fundamental en caso de que surgieran protestas ante la actuación de las nuevas autoridades.
El mismo Boabdil, con gran alivio de los Reyes y de las autoridades cristianas instaladas en Granada, no permanecería mucho tiempo en su señorío alpujarreño, y así, en octubre de 1493, tras haber trocado sus posesiones por una fuerte indemnización en dinero, marchó a Marruecos con más de seis mil seguidores. El que había sido último emir nazarí, abatido por la marcha al exilio y por la muerte de su esposa, Moraima, desembarcó en Melilla desde donde se trasladó a Fez, cuyo rey le había dado previamente permiso para instalarse allí, donde aún vivió hasta el año 1533, siempre acompañado por la amargura de la pérdida de su reino, que en realidad nunca había sido completamente suyo, y la contemplación del dramático vivir por el que discurría la vida de sus antiguos súbditos. La leyenda lo apodó al-Zuguybi, el malhadado, culpando al destino de todos los desventurados derroteros de su vida y librándole, por ello, de responsabilidad alguna sobre los mismos. Leyenda, magnificada y divulgada por el Romanticismo -y que hoy vuelven a resucitar los nostálgicos del pasado andalusí-, que está en total contradicción con los documentos coetáneos, tanto cristianos como musulmanes, que nos hablan de él como un monarca débil y con escasa capacidad política. Su marcha significó la ruptura definitiva con el pasado. Para los granadinos que permanecieron aquí se inició una dura y difícil etapa de convivencia, cuyo final no pudo ser más trágico.
Mudéjares y repobladores
La conquista había significado para la mayor parte de los granadinos su paso a la condición de mudéjares, regulada por los términos contenidos en las capitulaciones. En general, dichas capitulaciones permitieron mantener la tranquilidad hasta fin de siglo, pues su letra se cumplió en parte, aunque con la conciencia, entre los vencedores, de que la conquista no había terminado mientras no se consolidase la implantación castellana. Por ello no fue extraño que en algunos casos pronto comenzara a alterarse el espíritu de las mismas; estos incumplimientos, en principio leves, hicieron sin embargo inevitable el empeoramiento de la situación de los musulmanes, agravada porque desde la misma Corona comenzaron a ser tratados, dentro de la legalidad, con la peor medida posible. Mientras que la población musulmana del antiguo reino, primero por la guerra y, después por la emigración, vio disminuidos sus efectivos de modo considerable, la entrada de repobladores cristianos fue intensa entre 1485 y 1499: se han calculado entre treinta y cinco mil a cuarenta mil, con sus familias la inmensa mayoría, que llegaron de Andalucía y, en menor proporción, de Castilla la Nueva y Murcia.
La Corona procedió, en consecuencia, a numerosos repartos de tierras y otros bienes raíces y, cuando no era posible debido a lo estipulado en las capitulaciones, apoyó su compra por los repobladores. En general, se siguieron los métodos de repartimiento que se habían utilizado durante el siglo XIII en el valle del Guadalquivir y en Murcia. Se poblaron por completo todas las grandes plazas del interior: Ronda, Alhama, Loja y las villas de la Vega, Baza, Guadix. Con la excepción del litoral de la Alpujarra, donde apenas había pequeñas aldeas y alguna fortificación, también las de la zona costera: Marbella, Málaga, Vélez-Málaga, Almuñécar, Salobreña Almería y Vera fueron los puntos más destacados. En la capital hubo nuevos avecindamientos de cristianos viejos gracias a las facilidades existentes para comprar bienes de los musulmanes que optaron por la emigración; de modo que en 1498 los pobladores cristianos eran ya muchos, y los musulmanes, tras un acuerdo forzado, se concentraron en el Albaicín, la Antequeruela y otros arrabales.
La administración municipal, organizada y encabezada por corregidores y pesquisidores, se basaba en <> reducidos, que, por la primera vez, fueron de directo nombramiento regio. En los primeros años, lo fundamental fue la presencia de organizadores, delegados de la Corona: son los mismos repartidores, los reformadores de repartimientos y, por encima, el eficaz secretario real Hernando de Zafra, que se afincó en Granada en 1492 y, junto con el Capitán General, el conde de Tendilla y el arzobispo fray Hernando de Talavera, formaron la cúspide de la nueva organización castellana del reino.
La actitud de la Iglesia
La Iglesia que se implanta en Granada fue una Iglesia vencedora y triunfante: la advocación de muchos templos a la Encarnación -uno de los dogmas cristianos más inasimilables por la mentalidad islámica- muestra bien la firmeza con la que se quería cimentar el nuevo edificio religioso, al que se veía como restauración de la cristiandad anterior a la invasión islámica.
Por otro lado, la concesión pontificia de Patronato Real no sólo convirtió a la Iglesia granadina en modelo de lo que iba a ocurrir después en las Indias, sino que involucró de modo más profundo y directo a la propia Corona con el proceso de asimilación religiosa iniciado desde el primer momento de la conquista. La atracción hacia el cristianismo de los vencidos comenzó sin violencia debido a lo estipulado en las capitulaciones y, también, a la mansedumbre evangelizadora desplegada por el arzobispo Talavera.
Hacia 1499, cuando volvieron los Reyes Católicos a la ciudad, ya se habían producido conversiones al cristianismo entre los mudéjares, pero en cantidades poco importantes, lo que convirtió a Talavera en blanco de críticas severas ante lo escasamente conseguido con sus métodos de cristianización.
Poco antes de la nueva marcha de los Reyes de Granada, llegó a la corte fray Hernando Jiménez de Cisneros, ya arzobispo de Toledo, quien se convierte en el adalid del sector que preconiza unas medidas más duras para conseguir que los musulmanes granadinos aceptasen el bautismo. Su celo se iba a manifestar de modo especial con los «elches» o renegados y sus descendientes, tomándose sobre ellos radicales medidas evangelizadoras, apoyadas en un principio por los monarcas. Si las relaciones entre vencedores y vencidos habían atravesado hasta entonces tensiones y pruebas difíciles, la intransigente actuación de Cisneros iba a resultar determinante de la inmediata insurrección armada de los mudéjares.
Las revueltas de fin de siglo
El 18 de diciembre de 1499 los habitantes del Albaicín se sublevaron, pero la rápida actuación del conde de Tendilla consiguió controlar la situación en toda la ciudad, lo que fue seguido -ante la promesa del perdón- por la «conversión» al cristianismo de un crecido número de musulmanes.
Mientras tanto, la inquietud y los rumores más diversos se propagaron fuera de Granada y, a principios de año, se levantan los mudéjares de la Alpujarra y sierras de Almería, los cuales mantendrán en jaque a los cristianos hasta fines del verano de 1500. Por su parte, el rey Fernando opta por suspender las capitulaciones al entender que éstas habían sido rotas por los mudéjares al sublevarse, y ofrece a los rebeldes la alternativa de aceptar el bautismo o sufrir castigos severos.
Para el otoño de 1500 la situación parecía controlada. Pero, en enero del año siguiente se sublevaron los mudéjares de las sierra de Ronda y Marbella, quienes obtuvieron una importante victoria sobre las tropas cristianas -marzo de 1501-. Para estas fechas los Reyes decidieron que ya no quedaba otra opción que la planteada años antes a los judíos: o los mudéjares, rebeldes o no, aceptaban el bautismo, o se verían obligados a salir del territorio peninsular. Forzados por las circunstancias, la inmensa mayoría se inclinó por la conversión.
A cambio de convertirse y la imposición del régimen fiscal castellano, que sustituyó al nazarí, los cristianos nuevos se vieron libres del castigo por haberse sublevado, pudiendo conservar los baños públicos, sus vestimentas tradicionales y el uso de la lengua árabe. Por parte cristiana, se sabía la falsedad de la conversión, pero se pensaba que era el primer paso para que fuese auténtica en un futuro más o menos próximo.
En la ciudad de Granada la situación se había normalizado en fecha temprana. Desde el momento en que concluyeron los bautismos masivos ya no había motivo para mantener la dualidad administrativa hasta entonces vigente en el reino. El propio régimen municipal granadino se fue completando a lo largo del año 1500 hasta que se asemejó al de otras grandes ciudades del territorio.
Las autoridades cristianas de Granada iban a intensificar ahora el proceso de transformación de la ciudad, iniciado en realidad al mismo tiempo que la conquista. Este proceso iba más allá de modificar la situación religiosa, por importante que ésta fuese; se trataba de poner en marcha un proyecto de castellanizar la vida de los granadinos, intentando, incluso, cambiar la propia fisonomía urbana.
La ciudad, aunque atrayente y admirada por sus bellezas, parecía extraña e inquietante a todos los que llegaban del norte y, por ello, no se iban ahorrar esfuerzos para transformarla hasta en los menores detalles. Se buscaba la extirpación del Islam del ambiente granadino, pero esta era una empresa que requería tiempo. Así, aunque en 1501 se planeó un verdadero programa, vasto y ambicioso, casi nada fue construido hasta el advenimiento de Carlos V, continuándose, en menor medida, en el reinado de Felipe II. Pero esto ya es otra historia, en la que los principales protagonistas de la guerra de Granada habían desaparecido: el desdichado Boabdil, bien pronto por su exilio al norte africano, Isabel debido a su temprana muerte en 1504, mientras que Fernando, salvo el intermedio propiciado por Felipe el Hermoso, siguió con la responsabilidad del gobierno en las tierras de la corona castellana hasta su muerte en enero de 1516, ambos monarcas desplegaron una actividad que sirvió para encauzar la potencial energía de la sociedad cristiana peninsular hacia un objetivo, la conquista de Granada, cuya consecución supuso granjearse el respeto y la simpatía de la gran mayoría de los poderes de la Cristiandad.
Boabdil, Granada y los Reyes Católicos