sábado, 11 de abril de 2009

SEMANA SANTA GRANADINA

POEMA VIENTOS ATARDECER

Vientos del oeste

siembran de jirones blancos,

el gastado azul del atardecer;

mientras el dulce teñir de las campanas

hiere de melancolía

los últimos resplandores

de una luz que se va.

Las procesiones pasan,

dejando un aroma

de claveles cortados

y cera derretida,

pegado en la piel.

Silencio

--por Dios--

Silencio.

Callad tambores de niebla

que le quiero oír.

En la cárcel de un vientre

canta un jilgüerillo

que quiere salir.

De las sombras viene,

a las sombras va;

nadie en su camino la acompaña.

......................

Ay Virgen de la Aurora, Concha, y Estrella,

mis Vírgenes Albaicineras lloran su llanto,

pero e lo más alto, Santa María de la Alhambra,

escucha ese llanto, ella en su carita,

lleva la amargura, de su hijo en brazos,

ay Cristo de la agonía

maldita sea la herencia

de cruces, dolor y espinas

que recibieras tal castigo,

sin tu tener culpa ninguna,

en ese umbral de tu vida,

diste la tuya por salvar las nuestras,

y nosotros te devolvemos,

con el cariño, que hay en nuestras almas,

en algunas ninguna.

Por las venas de su vida,

por las venas del aire,

pájaros agoreros preludian

el crepúsculo de un llanto.

Cuando un súbito fragor

de galaxias encendidas

despierten el crisol del tiempo

sobre el cuerpo de espinas;

un hombre más llevará

la muerte por compañera

--como un sueño fugitivo

del "jardinero de estrellas"--

y yo estaré esperando,

con los restos de mi naufragio en pie,

estremecida el alma de escalofríos;

y sediento de risueñas primaveras

el terrible muñón de mi vació.

Fuiste hombre

de una muerte dañina,

hoy ha quedado el recuerdo,

de tu pasión, por tu amor nos

diste tu vida.

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